Cuentan que desde hace mucho mucho tiempo el Cerro El Volcancillo, que se ubica en Perquín, departamento de Morazán, es un lugar encantado en el cual aparecen algunos espíritus misteriosos como la Siguanaba, el Cipitío o el Cadejo Negro a quienes se atreven a subir hasta él.
Cada vez que esto sucede, dicen que se escuchan ruidos de huesitos de esqueleto o de botellas, pero no se ve nada. A veces, cuando estos personajes aparecen, la gente pierde el camino.
En este cerro encantado de Perquín dicen que El Volcancillo también tiene fama de ser un lugar rico donde aparecen pepitas de oro, pues según cuentan los habitantes de los lugares aledaños, hace mucho tiempo ahí había una mata de oro que cada año cortaba una familia diferente.
Aquella fue una buena época en que no había envidia, egoísmo ni ambición; se vivía en paz y todo se compartía.
Fue en ese tiempo que el cerro paró de crecer tras el conjuro de un sacerdote, y se quedó en los 80 metros de altura que conserva hasta ahora.
Cuentan que la tierra de El Volcancillo es muy fértil y que desde un lugar lejano antes se veía ganado pastando, pero al llegar a la planicie no había huellas o seña alguna de los animales, algo que intrigaba mucho a la gente.
Años después, tres hermanos tomaron para si el cerro, lo dividieron en tres partes iguales y cada uno puso sus límites.