Este relato procede de El Congo, en el departamento de Santa Ana, en El Salvador.
Cuentan las personas mayores, que hace mucho tiempo en una finca; propiedad del señor Ceferino Mancía, encontraron un piedra.
Ésta fue movida por algunos trabajadores de la relacionada finca. Al moverla, se dieron cuenta que en ese lugar estaba enterrada una “botija” (vasija); la que estaba llena de monedas de oro y plata.
Uno de los trabajadores dio aviso al propietario, quién fue a recoger su tesoro; el que en un principio fue visto como una bendición; sin embargo, a los días el propietario de la finca se enfermo de manera misterioso y finalmente murió.
A la piedra se le dio el nombre de «monolito» y es exhibida en la Gasolinera de los Mancía en el centro de la Ciudad (actualmente gasolinera Puma).