Los managuas

El mito de los managuas está muy relacionado con la leyenda de los arbolarios, ya que también tiene que ver con los aguaceros torrenciales, las inundaciones, los remolinos, las erupciones volcánicas, las nubes de chapulín o saltamontes, los cuales eran atribuidos a un espíritu maligno de la naturaleza.

Los managuas leyenda

Los Mayas y los Kekchí llamaban a este genio: “Mam” y los indígenas pipiles lo nombraban como “Man-Agua”. Los pipiles creían que no era sólo uno si no que se multiplicaba para hacer más daño. Los describen como viejos enanos, cabezones y con caras grandes.

Se contaba que habían casos en que aparecían managuas en las puntas de la tormenta. Otras personas en cambio los describían como unas muchachas muy hermosas, blancas y sencillas que la tormenta las baja a la tierra pero que se levantaban nuevamente al lugar de donde habían venido (por medio de los rayos, que las liberan).

Cuando las managuas aparecían producían grandes huracanes fuertes y hacían quebrazones de milpas.

De acuerdo a versiones de algunos campesinos antiguos, los managuas en realidad eran ángeles malos y pícaros que estaban a las órdenes de los dueños o duendes de las lagunas, aunque otros decían que en realidad los managuas eran los dueños de las lagunas.

En pocas palabras los managuas tenían la capacidad de transportarse en el aire, específicamente en las nubes y mediante ellas cuando caían las tormentas podían hacer daños en la tierra.

Esta leyenda es poco conocida en el mundo, solo se conoce en El Salvador y en Nicaragua. Algunos historiadores creen que este mito pudo haber sido el origen del nombre que tiene la actual capital nicaraguense: Managua.


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